DATOS PERSONALES:
María Antonia Benítez Luque
Alias: Chapelle Cardona, Teresa
Año de nacimiento: 1921
Lugar de nacimiento: La Carolina (Jaén)
Campo de concentración: Ravensbrück
Nº presa: 43218
|
Foto de Benito Bermejo y Sandra Checa |
María Antonia Benítez Luque nació el 25 de febrero de 1921
en La Carolina, provincia de Jaén. Era una de las cuatro hijas de un minero
originario en las Navas de Tolosa. En una época posterior el padre acompañó al
empresario Marcelo Usera a Madrid, donde la familia pretendía situar su
residencia definitiva. María Antonia fue la tercera de nueve hijos, cuatro
nacidos en Andalucía y el resto en Madrid.
María Antonia no recuerda en sus primeros años a nadie de su
familia envuelto en cuestiones políticas o sindicales, pero la Guerra Civil
afecta de lleno a la familia desde muy pronto, cuando su casa, situada en
Aravaca, pasa a encontrarse prácticamente en primera línea del frente. Pronto tuvieron
que ser evacuados. Su periplo les lleva a San Fernando de Henares, donde se
alojan cerca de una base militar correspondiente al Cuerpo Tres de las Brigadas
Internacionales. Allí la madre empieza a trabajar para el Ejército, ayudada por
las hijas de más edad y no mucho más tarde comienza la relación entre María
Antonia, entonces con dieciséis años y René Chapel, un Capitán francés de
treinta y un años, con quien se casa en 1938. Poco después se produce la
retirada de las Brigadas Internacionales y Maria Antonia acompaña a René a
Francia. En una localidad costera de Normandía, la región de origen de éste, es
donde la pareja va a vivir los años que siguen.
Ya en la Guerra Mundial, durante la ocupación alemana, la
implicación de Réné en actividades contra los alemanes irá pareja con la de la
propia María Antonia. René trabajaba reparando bicicletas para los soldados
alemanes, pero eso no era sino una buena tapadera para su otra actividad: había
entrado en una red de la Resistencia, donde María también acabará participando,
encargándose de tareas de enlace, que conllevaban incluso el transporte de
explosivos. Una muchacha tan joven, en una bicicleta seguida de un carrito no
debió levantar muchas sospechas a los controles alemanes apostados en las
carreteras. Sin embargo, aquel pequeño remolque escondía, envueltas en trapos,
minas que María Antonia entregaba allí donde su red de resistencia le indicaba.
Fue más tarde cuando, en otro escenario de actividades, en
la región parisina, fue detenida. Al ser registrada por un agente alemán, queda
inmediatamente arrestada cuando se le encuentra una pistola pequeña y una
cantidad importante de dinero. Será el comienzo de un periplo por comisarías y
prisiones, que incluyó un mes en Fresnes y varios meses en el Fuerte de
Romainville. Aunque su nombre en la clandestinidad había sido Teresa Cardona,
la Gestapo acabará por averiguar su nombre real y es con éste como fue deportada.
El tiempo en manos de la Gestapo le supuso ser sometida a
varios interrogatorios durísimos. Muchos años después María Antonia recordaba
cómo había alegado problemas de salud, porque se había corrido el rumor de que
aquello podría servir para ser excluida de los transportes hacia la Alemania
nazi. Un oficial alemán sospechó la mentira y, tirando de uno de sus pendientes
le desgarró el lóbulo de la oreja derecha.
Tras meses de humillaciones y de interrogatorios
interminables, como los que sufrió en la Cité de París, fue deportada a
Alemania. Salió de la Gare de L’Est con otros 51 presos el 14 de junio de 1944
y deportada a Neue Bremm. Conoció varias etapas: Sarrebrück, Ravensbrück (donde
llega el 25 de junio) y posteriormente el 19 de septiembre de 1944 llega
a Buchenwald (nº 4064) y la envian a trabajar a Leipzig. Fue empleada en
trabajos forzados, principalmente en cadenas de montaje en las fábricas de
armamento, donde aprovechaba cualquier ocasión para practicar el sabotaje hacia
la producción de aquellas armas que estaba destinadas a reforzar el poder de
sus enemigos. Cuando se encontraba destinada al montaje de obuses, alguien la
denunció por sabotaje. De nuevo interrogada por un agente de la Gestapo, ella
no se molestó ya en negar que hacía todo lo posible por perjudicar a los nazis.
Aunque su interrogador manifestó que le gustaba tanta franqueza, esto no evitó
a María Antonia una larga temporada en el calabozo, en una celda de
aislamiento, donde permaneció encadenada a una cama.
Mientras, en Francia, René nunca había llegado a ser
detenido y había proseguido su actividad como resistente hasta el mismo momento
de la liberación de Francia. Ya una vez libre María Antonia, se produjo su
encuentro con René en París, en el Hotel Lutétia, que sirvió en aquellos
momentos como sede del centro que acogía las expediciones de los supervivientes
de los campos nazis cuando eran repatriados.
Aunque ella, como el resto de las deportadas, había evitado,
en Ravensbrück y en los demás campos, acudir al Revier (la enfermería), una
dolencia en una pierna no le dejó otra opción que presentarse en dicho lugar.
Ella nunca supo a ciencia cierta a qué intervención se le había sometido, pero
a su regreso a Francia y tras varios reconocimientos médicos se le informó de
que no podía tener hijos.
Tras casi veinte años en la región parisina, volverían –ella
y Réné- a vivir en Normandía. María Antonia iba a ser objeto del reconocimiento
de su trabajo como resistente por las autoridades francesas y a lo largo de los
años recibió condecoraciones importantes. No obstante, ella tuvo tendencia a
evitar el primer plano. No se negaba a dar testimonio, pero tampoco lo buscaba.
En el relato de su vida, al recordar su compromiso y su actividad en la
Resistencia, insistía en que para ella la decisión fue sencilla. Era algo
elemental y no existía dilema. No podía caber duda ninguna. Era sencillamente
inconcebible haber actuado de otro modo.
*Toda la información ha sido obtenida de la Amical de Ravensbrück.