jueves, 20 de junio de 2019

UNA ANDALUZA EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE RAVENSBRÜCK: MARÍA ANTONIA BENÍTEZ LUQUE

DATOS PERSONALES:
María Antonia Benítez Luque
Alias: Chapelle Cardona, Teresa
Año de nacimiento: 1921
Lugar de nacimiento: La Carolina (Jaén)
Campo de concentración: Ravensbrück
Nº presa: 43218


Foto de Benito Bermejo y Sandra Checa


María Antonia Benítez Luque nació el 25 de febrero de 1921 en La Carolina, provincia de Jaén. Era una de las cuatro hijas de un minero originario en las Navas de Tolosa. En una época posterior el padre acompañó al empresario Marcelo Usera a Madrid, donde la familia pretendía situar su residencia definitiva. María Antonia fue la tercera de nueve hijos, cuatro nacidos en Andalucía y el resto en Madrid.

María Antonia no recuerda en sus primeros años a nadie de su familia envuelto en cuestiones políticas o sindicales, pero la Guerra Civil afecta de lleno a la familia desde muy pronto, cuando su casa, situada en Aravaca, pasa a encontrarse prácticamente en primera línea del frente. Pronto tuvieron que ser evacuados. Su periplo les lleva a San Fernando de Henares, donde se alojan cerca de una base militar correspondiente al Cuerpo Tres de las Brigadas Internacionales. Allí la madre empieza a trabajar para el Ejército, ayudada por las hijas de más edad y no mucho más tarde comienza la relación entre María Antonia, entonces con dieciséis años y René Chapel, un Capitán francés de treinta y un años, con quien se casa en 1938. Poco después se produce la retirada de las Brigadas Internacionales y Maria Antonia acompaña a René a Francia. En una localidad costera de Normandía, la región de origen de éste, es donde la pareja va a vivir los años que siguen.

Ya en la Guerra Mundial, durante la ocupación alemana, la implicación de Réné en actividades contra los alemanes irá pareja con la de la propia María Antonia. René trabajaba reparando bicicletas para los soldados alemanes, pero eso no era sino una buena tapadera para su otra actividad: había entrado en una red de la Resistencia, donde María también acabará participando, encargándose de tareas de enlace, que conllevaban incluso el transporte de explosivos. Una muchacha tan joven, en una bicicleta seguida de un carrito no debió levantar muchas sospechas a los controles alemanes apostados en las carreteras. Sin embargo, aquel pequeño remolque escondía, envueltas en trapos, minas que María Antonia entregaba allí donde su red de resistencia le indicaba.

Fue más tarde cuando, en otro escenario de actividades, en la región parisina, fue detenida. Al ser registrada por un agente alemán, queda inmediatamente arrestada cuando se le encuentra una pistola pequeña y una cantidad importante de dinero. Será el comienzo de un periplo por comisarías y prisiones, que incluyó un mes en Fresnes y varios meses en el Fuerte de Romainville. Aunque su nombre en la clandestinidad había sido Teresa Cardona, la Gestapo acabará por averiguar su nombre real y es con éste como fue deportada.

El tiempo en manos de la Gestapo le supuso ser sometida a varios interrogatorios durísimos. Muchos años después María Antonia recordaba cómo había alegado problemas de salud, porque se había corrido el rumor de que aquello podría servir para ser excluida de los transportes hacia la Alemania nazi. Un oficial alemán sospechó la mentira y, tirando de uno de sus pendientes le desgarró el lóbulo de la oreja derecha.

Tras meses de humillaciones y de interrogatorios interminables, como los que sufrió en la Cité de París, fue deportada a Alemania. Salió de la Gare de L’Est con otros 51 presos el 14 de junio de 1944 y deportada a Neue Bremm. Conoció varias etapas: Sarrebrück, Ravensbrück (donde llega el 25 de junio) y posteriormente  el 19 de septiembre de 1944 llega a Buchenwald (nº 4064) y la envian a trabajar a Leipzig. Fue empleada en trabajos forzados, principalmente en cadenas de montaje en las fábricas de armamento, donde aprovechaba cualquier ocasión para practicar el sabotaje hacia la producción de aquellas armas que estaba destinadas a reforzar el poder de sus enemigos. Cuando se encontraba destinada al montaje de obuses, alguien la denunció por sabotaje. De nuevo interrogada por un agente de la Gestapo, ella no se molestó ya en negar que hacía todo lo posible por perjudicar a los nazis. Aunque su interrogador manifestó que le gustaba tanta franqueza, esto no evitó a María Antonia una larga temporada en el calabozo, en una celda de aislamiento, donde permaneció encadenada a una cama.

Mientras, en Francia, René nunca había llegado a ser detenido y había proseguido su actividad como resistente hasta el mismo momento de la liberación de Francia. Ya una vez libre María Antonia, se produjo su encuentro con René en París, en el Hotel Lutétia, que sirvió en aquellos momentos como sede del centro que acogía las expediciones de los supervivientes de los campos nazis cuando eran repatriados.

Aunque ella, como el resto de las deportadas, había evitado, en Ravensbrück y en los demás campos, acudir al Revier (la enfermería), una dolencia en una pierna no le dejó otra opción que presentarse en dicho lugar. Ella nunca supo a ciencia cierta a qué intervención se le había sometido, pero a su regreso a Francia y tras varios reconocimientos médicos se le informó de que no podía tener hijos.

Tras casi veinte años en la región parisina, volverían –ella y Réné- a vivir en Normandía. María Antonia iba a ser objeto del reconocimiento de su trabajo como resistente por las autoridades francesas y a lo largo de los años recibió condecoraciones importantes. No obstante, ella tuvo tendencia a evitar el primer plano. No se negaba a dar testimonio, pero tampoco lo buscaba. En el relato de su vida, al recordar su compromiso y su actividad en la Resistencia, insistía en que para ella la decisión fue sencilla. Era algo elemental y no existía dilema. No podía caber duda ninguna. Era sencillamente inconcebible haber actuado de otro modo.

*Toda la información ha sido obtenida de la Amical de Ravensbrück.

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